Edición Española
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    Antonio Machado

    En el entierro de un amigo

    Tierra le dieron una tarde horrible
    del mes de julio, bajo el sol de fuego.
    A un paso de la abierta sepultura,
    había rosas de podridos pétalos,
    entre geranios de áspera fragancia
    y roja flor. El cielo
    puro y azul. Corría
    un aire fuerte y seco.
    De los gruesos cordeles suspendido,
    pesadamente, descender hicieron
    el ataúd al fondo de la fosa
    los dos sepultureros...
    Y al reposar sonó con recio golpe,
    solemne, en el silencio.
    Un golpe de ataúd en tierra es algo
    perfectamente serio.
    Sobre la negra caja se rompían
    los pesados terrones polvorientos...
    El aire se llevaba
    de la honda fosa el blanquecino aliento.
    —Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa,
    larga paz a tus huesos...
    Definitivamente,
    duerme un sueño tranquilo y verdadero.




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