Edición Española
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    Antonio Machado

    Siesta

    En memoria de Abel Martín


    Mientras traza su curva el pez de fuego,
    junto al ciprés, bajo el supremo añil,
    y vuela en blanca piedra el niño ciego,
    y en el olmo la copla de marfil
    de la verde cigarra late y suena,
    honremos al Señor
    -la negra estampa de su mano buena-
    que ha dictado el silencio en el clamor.
    Al dios de la distancia y de la ausencia,
    del áncora en el mar, la plena mar...
    Él nos libra del mundo –omnipresencia-,
    nos abre la senda para caminar.
    Con la copa de sombra bien colmada,
    con este nunca lleno corazón,
    honremos al Señor que hizo la Nada
    y ha esculpido en la fe nuestra razón.




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