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    Federico García Lorca

    Los álamos de plata

    Mayo de 1920

    Los álamos de plata
    se inclinan sobre el agua.
    Ellos todo lo saben, pero nunca hablarán.
    El lirio de la fuente
    no grita su tristeza.
    ¡Todo es más digno que la humanidad!

    La ciencia del silencio frente al cielo estrellado,
    la posee la flor y el insecto no más.
    La ciencia de los cantos por los cantos la tienen
    los bosques rumorosos
    y las aguas del mar.

    El silencio profundo de la vida en la tierra,
    nos lo enseña la rosa
    abierta en el rosal.

    ¡Hay que dar el perfume
    que encierran nuestras almas!
    Hay que ser todo cantos,
    todo luz y bondad.
    ¡Hay que abrirse del todo
    frente a la noche negra,
    para que nos llenemos de rocío inmortal!

    ¡Hay que acostar al cuerpo
    dentro del alma inquieta!
    Hay que cegar los ojos con luz de más allá,
    Tenemos que asomarnos
    a la sombra del pecho,
    y arrancar las estrellas que nos puso Satán.

    ¡Hay que ser como el árbol
    que siempre está rezando,
    como el agua del cauce
    fija en la eternidad!

    ¡Hay que arañarse el alma con garras de tristeza
    para que entren las llamas
    del horizonte astral!

    Brotaría en la sombra del amor carcomido
    una fuente de aurora
    tranquila y maternal.
    Desaparecerían ciudades en el viento.
    Y a Dios en una nube
    veríamos pasar.




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