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    Francisco de Rioja

    Pura, encendida rosa

    Pura, encendida rosa,
    émula de la llama
    que sale con el día,
    ¿cómo naces tan llena de alegría
    si sabes que la edad que te da el cielo
    es apenas un breve y veloz vuelo?
    y no valdrán las puntas de tu rama,
    ni tu púrpura hermosa
    a detener un punto
    la ejecución del hado presurosa.
    El mismo cerco alado,
    que estoy viendo riente,
    ya temo amortiguado,
    presto despojo de la llama ardiente.
    Para las hojas de tu crespo seno
    te dio Amor de sus alas blandas plumas,
    y oro en su cabello dio a tu frente.
    ¡Oh fiel imagen suya peregrina!
    Bañóte en su color sangre divina
    de la deidad que dieron las espumas;
    ¿y esto, pupúrea flor, y esto no pudo
    hacer menos violento el rayo agudo?
    Róbate en una hora,
    róbate silencioso su ardimiento
    el color y el aliento;
    tiendes aún no las alas abrasadas
    y ya vuelan al suelo desmayadas.
    Tan cerca, tan unida
    está al morir tu vida,
    que dudo si en sus lágrimas la Aurora
    mustia, tu nacimiento o muerte llora.




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