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    Francisco Martínez de la Rosa

    El reloj de arena

    ¡Cuán rápida desciende
    La arena ante mi vista;
    Y cada leve grano
    Lleva un mísero instante de mi vida! ...
    Tardos los juzga el Tiempo,
    Y el curso precipita,
    Y el frágil vidrio estalla
    Entre las manos de la Muerte impía:
    Al viento arroja el polvo
    Con bárbara sonrisa;
    Y amor, gloria, ilusiones
    Al borde de la tumba se disipan...
    ¿Dónde voló mi infancia,
    Mi juventud florida,
    Mis años más dichosos,
    Mis gustos, mis encantos, mis delicias?
    Todo pas6 cual sueño;
    Todo finó en un día,
    Cual flor que al alba nace,
    Y al trasmontar del sol yace marchita.
    Mi corazón sensible
    A la piedad divina,
    A la amistad sincera,
    Del amor a las plácidas caricias,
    Abrió su incauto seno,
    Exento de perfidia;
    Y la maldad proterva
    Clavó con sangre en él duras espinas...
    ¿Por qué, decid, crueles,
    Desgarráis tan aprisa
    La venda de mis ojos,
    Que el fementido mundo me encubría?
    Amar es mi destino,
    Amar mi bien, mi dicha,;
    El cielo bondadoso
    Para amar me dio un alma compasiva.
    Si aborrecer es fuerza,
    Trocad el alma mía;
    Que el odio y la venganza
    En mi pecho jamás tendrán cabida...
    ¡Así, Dios de clemencia,
    Mis súplicas recibas
    Con tu piedad, y enjugues
    Las lágrimas que riegan mis mejillas!




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