Edición Española
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    Manuel del Palacio

    En el álbum de Maria C. Larravide

    El cisne que navega

    por el dormido lago;

    el ruiseñor que entona

    de noche su cantar;

    la tórtola que gime

    cruzando el aire vago;

    la estrella que aparece,

    la brisa al susurrar,

    no tienen el aroma,

    la luz, la poesía,

    la gracia, la frescura,
    la dulce languidez

    que el cielo ha derramado

    simpática María,

    sobre tus negros ojos
    
y tu rosada tez.

    El lirio dio a tu aliento

    su embriagadora esencia;

    la palma a tu cintura

    prestó la ondulación;
    
y hay en tu risa el grato

    candor de la inocencia,
    
junto al volcán interno

    que abrasa el corazón.

    Feliz una y mil veces

    aquel que logre un día
    
los ojos en ti fijos

    y el alma fija en ti,

    decirte una palabra,

    una tan sólo: ¡mía!

    Y en tus amables labios

    beber el dulce: ¡sí!




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