Edición Española
    Biblioteca

    Manuel Reina

    A su almohada

    Eres feliz, nevada consejera:
    tú conoces sus gracias virginales,
    y en tu seno amoroso
    se desata su rubia cabellera.
    Tú, que de sus pupilas celestiales
    bebes perlas tan claras como el día,
    y el néctar delicioso
    apuras de sus labios de ambrosía;
    tú, que velas su pecho enamorado,
    tú, que aspiras su aliento embalsamado,
    y sabes su pesar y su alegría,
    dime por qué ha apurado
    en la pasada noche
    el cáliz del dolor y la agonía.
    Mas no, no me lo digas, consejera;
    pues de dolor, tal vez, me moriría,
    si yo la causa fuera.




    TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR


    © 1991-2024 The Titi Tudorancea Bulletin | Titi Tudorancea® is a Registered Trademark | Aviso legal
    Contact