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    El poder del placebo

    Si no se encuentra bien, es posible que recurra a la medicina para encontrar alivio. Pero, ¿cómo sabe que el fármaco es lo que ha hecho que se sienta mejor? A veces, cuando se espera que un tratamiento funcione, lo hace. Este fenómeno se denomina 'efecto placebo'.



    El poder del placebo. Foto: Diana Polekhina/Unsplash


    Los científicos están buscando formas de aprovechar este efecto para los tratamientos médicos.

    Un placebo es una sustancia o acción inactiva que se parece a un fármaco o tratamiento médico. Pero no está pensado para arreglar nada en el cuerpo. Una pastilla que no contiene ningún medicamento es un ejemplo.

    Históricamente, los placebos han sido elementos clave para comprobar si un nuevo tratamiento funciona. En algunos tipos de estudios clínicos, los participantes reciben un tratamiento activo o un placebo. Pero no se les dice cuál reciben.

    El tratamiento debe mejorar la condición de los participantes más que el placebo. Si ambos grupos muestran una mejoría similar, esto puede deberse al efecto placebo, no al fármaco.

    El efecto placebo activa los mecanismos naturales del organismo para ayudarnos a sentirnos mejor. Nuestro cerebro produce muchas sustancias que pueden disminuir el dolor, el estrés, la ansiedad y otras sensaciones desagradables.

    La Dra. Luana Colloca, médica científica de la Universidad de Maryland, Baltimore, llama a esto nuestra 'farmacia interior'. El mero hecho de esperar sentirse mejor puede provocar la liberación de estas sustancias.

    "Nuestra mente es fundamental", explica Colloca, "porque nuestros pensamientos no son independientes de las respuestas de nuestro cuerpo".

    El efecto placebo puede ser poderoso. Puede ayudarnos con el dolor, la fatiga, la depresión, la ansiedad o las náuseas. Pero nuestra farmacia interior no puede tratarlo todo. No puede, por ejemplo, hacer desaparecer tumores, reducir el colesterol o eliminar infecciones.

    Investigadores financiados por los NIH intentan comprender las vías cerebrales subyacentes al efecto placebo. También buscan formas de utilizarlo para mejorar los tratamientos.

    En estudios recientes, se ha estudiado si los placebos pueden utilizarse para reducir la cantidad de medicamentos que se toman. Las personas con una enfermedad crónica pueden necesitar un medicamento durante mucho tiempo.

    Los investigadores están probando si pueden utilizarse placebos para sustituir algunas dosis de medicamentos. Son los llamados 'placebos de extensión de dosis'. Los efectos del medicamento podrían seguir actuando durante algún tiempo como si el paciente estuviera tomado una dosis real.

    Los placebos que prolongan la dosis pueden ser especialmente útiles con los opioides. Los opioides se utilizan a veces para tratar el dolor crónico. Pero pueden ser muy adictivos y suponer un riesgo de sobredosis o incluso la muerte. Los científicos están estudiando si los placebos que prolongan la dosis pueden reducir las posibilidades de adicción a los opioides.

    Pero para que un placebo funcione, ¿es necesario creer que se está tomando el medicamento activo? Investigaciones recientes sugieren que quizás no sea así. Esto se debe a que sus expectativas también pueden afectar la eficacia de un tratamiento.

    Por ejemplo, si le dan un medicamento para el dolor, puede que funcione mejor si le dicen que es un potente tratamiento para el dolor. Este enfoque también puede funcionar en el caso de los placebos, si se le explica con honestidad que se ha demostrado que ayudan.

    Un medicamento también puede ser más eficaz si ya ha tenido una buena experiencia con él. Las investigaciones de Colloca han demostrado que incluso ver que otra persona mejora con un tratamiento puede hacerlo más eficaz.

    Por estas razones, una buena comunicación entre los pacientes y los profesionales de la salud es una parte esencial del tratamiento. Contar con un proveedor de confianza que lo apoye y tenga empatía puede producir mejores resultados en el tratamiento. (Institutos Nacionales de la Salud)




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