Edición Española
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    Tomás de Iriarte

    El té y la salvia

    El té, viniendo del imperio chino,
    se encontró con la salvia en el camino.
    Ella le dijo: «Adónde vas, compadre?»
    «A Europa voy, comadre,
    donde sé que me compran a buen precio.»
    «Yo», respondió la salvia, «voy a China,
    que allá con sumo aprecio
    me reciben por gusto y medicina.
    En Europa me tratan de salvaje,
    y jamás he podido hacer fortuna.»
    «Anda con Dios. No perderás el viaje,
    pues no hay nación alguna
    que a todo lo extranjero
    no dé con gusto aplausos y dinero.»
    La salvia me perdone,
    que al comercio su máxima se opone.
    Si hablase del comercio literario,
    yo no defendería lo contrario,
    porque en él para algunos es un vicio
    lo que es en general un beneficio;
    y español que tal vez recitaría
    quinientos versos de Boileau y el Tasso,
    puede ser que no sepa todavía
    en qué lengua los hizo Garcilaso.




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