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    Antonio Machado

    Cante hondo

    Yo meditaba absorto, devanando
    los hilos del hastío y la tristeza,
    cuando llegó a mi oído,
    por la ventana de mi estancia, abierta
    a una caliente noche de verano,
    el plañir de una copla soñolienta,
    quebrada por los trémolos sombríos
    de las músicas magas de mi tierra.
    ...Y era el Amor, como una roja llama...
    -Nerviosa mano en la vibrante cuerda
    ponía un largo suspirar de oro,
    que se trocaba en surtidor de estrellas-.
    ...Y era la Muerte, al hombro la cuchilla,
    el paso largo, torva y esquelética.
    -Tal cuando yo era niño la soñaba-.
    Y en la guitarra, resonante y trémula,
    la brusca mano, al golpear, fingía
    el reposar de un ataúd en tierra.
    Y era un plañido solitario el soplo
    que el polvo barre y la ceniza avienta.




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