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    Félix Lope de Vega y Carpio

    ¿Qué ceguedad me trujo a tantos daños?

    ¿Qué ceguedad me trujo a tantos daños?
    ¿Por dónde me llevaron desvaríos,
    que no traté mis años como míos,
    y traté como propios sus engaños?
    ¡Oh puerto de mis blancos desengaños,
    por donde ya mis juveniles bríos
    pasaron como el curso de los ríos
    que no los vuel[v]e atrás el de los años!
    Hicieron fin mis locos pensamientos:
    acomodóse el tiempo a la edad mía,
    por ventura en ajenos escarmientos.
    Que no temer el fin no es valentía,
    donde acaban los gustos en tormentos,
    y el curso de los años en un día.


    Rimas sacras




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