Edición Española
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    Fray Luis de León

    Imitación de diversos

    Vuestra tirana exención
    y ese vuestro cuello erguido
    estoy cierto que Cupido
    pondrá en dura sujeción.
    Vivid esquiva y exenta;
    que a mi cuenta
    vos serviréis al amor
    cuando de vuestro dolor
    ninguno quiera hacer cuenta.

    Cuando la dorada cumbre
    fuere de nieve esparcida
    y la dos luces de vida
    recogieren ya su lumbre;
    cuando la ruga enojosa
    en la hermosa
    frente y cara se mostrare
    y el tiempo que vuela helare
    esa fresca y linda rosa;

    cuando os viéredes perdida
    os perderéis por querer,
    sentiréis qué es padecer,
    querer y no ser querida.
    Diréis con dolor, señora,
    cada hora:
    ¡Quién tuviera, ay, sin ventura,
    o agora aquella hermosura,
    o antes el amor de agora!

    A mil gentes que agraviadas
    tenéis con vuestra porfía
    dexaréis en aquel día
    alegres y bien vengadas.
    Y por mil partes volando,
    publicando
    el amor irá este cuento,
    para aviso y escarmiento
    de quien huye de su bando.

    ¡Ay!, por Dios, señora bella,
    mirad por vos, mientras dura
    esa flor graciosa y pura,
    que el no gozalla es perdella,
    y pues no menos discreta
    y perfeta
    sois que bella y desdeñosa,
    mirad que ninguna cosa
    hay que a amor no esté sujeta.

    El amor gobierna el cielo
    con ley dulce eternamente,
    ¿y pensáis vos ser valiente
    contra él acá en el suelo?
    Da movimiento y viveza
    a belleza
    el amor, y es dulce vida;
    y la suerte más valida
    sin él es triste pobreza.

    ¿Qué vale el beber en oro,
    el vestir seda y brocado,
    el techo rico labrado,
    los montones de tesoro?
    ¿Y qué vale si a derecho
    os da pecho
    el mundo todo y adora,
    si a la fin dormís, señora,
    en el solo y frío lecho?




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