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    Gómez Manrique

    Batalla de amores

    Estando no descuidado
    del rebato venidero,
    mas a guisa de guerrero
    siempre medio salteado,
    oí tocar atabales,
    tamboriles e trompetas;
    a la hora mis secretas
    pasiones muy desiguales
    miedos me ponen mortales.

    Con una grand turbación
    de los sones tanto fieros,
    que los daños venideros,
    temelos el coraçón,
    a grand priesa demandé
    las mis armas defensivas,
    dexando los ofensivas
    sólo por salvar mi fe,
    que nunca vencida fue.

    E así, muy bien armado
    cuanto para defender,
    salí sin me detener
    con todo bien demudado:
    vi venir mi pensamiento
    que estaba por atalaya,
    diciéndome: «Guaya, guaya,
    que se llega, según siento,
    la hora del perdimiento.»

    E tocando las bastardas
    trompetas a pelear,
    luego, sin más lo tardar,
    se juntan las avanguardas;
    e las mis alas firieron
    según les fuera mandado;
    por recio que cometieron,
    no refuir lo pudieron.




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