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    Juan Meléndez Valdés

    De mi niñeces

    Siendo yo niño tierno,
    con la niña Dorila
    me andaba por la selva
    cogiendo florecillas,

    de que alegres guirnaldas,
    con gracia peregrina
    para ambos coronarnos,
    su mano disponía.

    Así en niñeces tales
    de juegos y delicias
    pasábamos felices
    las horas y los días.

    Con ellos poco a poco
    la edad corrió de prisa,
    y fue de la inocencia
    saltando la malicia.

    Yo no sé; mas, al verme
    Dorila se reía,
    y a mí de sólo hablarla
    también me daba risa.

    Luego al darle las flores
    el pecho me latía,
    y al ella coronarme
    quedábase embebida.

    Una tarde tras esto
    vimos dos tortolitas
    que con trémulos picos
    se halagaban amigas,

    y de gozo y deleite,
    cola y alas caídas,
    centellantes sus ojos,
    desmayadas gemían.

    Alentonos su ejemplo,
    y entre honestas caricias
    nos contamos turbados
    nuestras dulces fatigas;

    y en un punto, cual sombra
    voló de nuestra vista
    la niñez, mas en torno
    nos dio el Amor sus dichas.




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