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    Manuel José Quintana

    La diversión

    El amor se ha desprendido
    De los brazos de su madre,
    Y alegrando el universo
    Se está suspenso en el aire.

    Él os contempla, zagalas,
    Y mirándoos se complace
    Al ver las gracias que os dieron
    Las estrellas liberales.

    Él al placer os convida,
    Al regocijo y al baile:
    ¿Y seréis sordas vosotras
    A sus influjos suaves?

    Mirad, cuál todo se anima!
    De flor se visten los valles,
    De yerba se cubre el campo
    Y el viento pueblan las aves.

    Animaos también vosotras:
    Gozad la estación amable,
    Que sobrada vida os queda
    Para devorar pesares.

    Más rápido que una flecha
    Que vuela hendiendo los aires,
    El tiempo vuela y se muere,
    Muere el tiempo y no renace.

    Tiempo vendrá en que os aflijan
    Las memorias lamentables
    De placeres que perdisteis,
    De horas que desperdiciasteis.

    Ea pues: que nadase pierda,
    Salid alegres al baile,
    Los instrumentos resuenen
    Y la risa os acompañe.

    Ven tú, la alegre zagala,
    Atención de mil amantes,
    Y cuyos ojos, si miran,
    No hay corazón que no abrasen:

    Plácidamente severa,
    Severamente agradable
    Te acompañará tu hermana
    Y alentaréis todo el valle;

    Mientras que a encantarnos venga,
    Mientras que enlazada sale
    Con la gallarda Belisa
    La linda y modesta Dafne.

    Ven tú, en fin, ninfa divina,
    Ven en fin y no te tardes,
    Tú en cuya tez los claveles
    Con la azucena combaten:

    Tú en cuyos labios de rosa
    Fabrica amor sus panales,
    Y en cuyo soberbio seno
    El placer viene a posarse.

    ¡Dichoso aquel que tu beldad admira,
    Que tus gracias contempla atentamente,
    Que el blando influjo de tu genio siente,
    Que de amor puede hablarte, y que suspira!


    Mérida, 1792.




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