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    Vicente Wenceslao Querol

    Golondrina de otoño

    Del norte huyendo las glaciales brumas,
    de África busca el prolongado estío,
    y rauda pasa, las azules plumas
    rozando leve en el cristal del río.

    Si atrás pudiera yo, corazón mío,
    dejar así el dolor con que me abrumas,
    el nido huyendo de mi hogar vacío,
    surcara, oh mar, tus pérfidas espumas.

    Pero ella ve el turbión que se avecina
    y va a otros climas de apacible calma,
    porque remonta hasta el cenit su vuelo.

    Yo imitaré a esa pobre golondrina
    y hallaré la perdida paz del alma
    subiendo en alas de la fe hasta el cielo.




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