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    Federico Balart

    Soledad

    Cuando abatido dejo mi casa
    y al campo salgo, triste y sombrío,
    tal vez me quedo mirando al río,
    tal vez me quedo mirando al mar:
    como esa linfa que pasa y pasa,
    fueron mis dichas y mis venturas;
    como esas olas mis amarguras,
    que van y vienen sin descansar.
    Mudo y absorto, solo y errante,
    ya en mi se cifra mi vida entera:
    nadie se cuida, nadie se entera
    de los suspiros que al viento doy.
    Ya no me queda ni un pecho amante
    que con sus penas mis penas junte,
    ni un dulce labio que me pregunte
    de dónde vengo ni a dónde voy.
    Nadie ve el duelo que mi alma llena;
    mis negras dudas a nadie fío;
    todas mis fuerzas embarga un frío
    que al fondo llega del corazón;
    y a solas paso mi amarga pena,
    y a solas vivo y a solas muero,
    como en la nieve muere el cordero
    que entre la zarza dejó el vellón




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