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    Juan Valera

    El gloria patri

    Cuentan que Godoy, cuando estaba en la cumbre del poder y en lo mejor de su valimiento, protegió y favoreció pródigamente a sus antiguos camaradas los guardias de corps. A dos o tres de ellos los envió de embajadores, a otros los hizo gobernadores y hasta virreyes, y no pocos fueron de canónigos a diferentes catedrales.

    Uno, que era algo místico y no sin razón presumía de teólogo, tuvo una canongía en Sevilla.

    Meses después de estar instalado en su canongía, escribió a una señora íntima suya, que vivía en Madrid.

    En la carta encarecía y ponderaba, como es justo, el esplendor y la hermosura de la gran ciudad del Betis, contaba lo bien que le iba en su nuevo empleo y residencia y afirmaba que no dejaba nunca de asistir a coro, rezando, cantando y alabando a Dios en compañía de los otros canónigos.

    Luego añadía como cosa que le había chocado en extremo y que era digna de memoria:

    -Aquí todo se reza en latín menos el Gloria Patri.




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